viernes, 6 de abril de 2018

Los Dos Reinos de Sigia

Su altísimo, el Faraón Tutham’ra IV y la Faraona Acenath n'Akiiki II
El Príncipe de los Creyentes, Awluk ibn Sha, Tercer Califa.

Capital: Anhk (80.000)
Población: 2.500.000
Etnos:, 55 % Yu, 24 % sigios, 20 % alinos, 1% otros
Recursos: Gemas, betún, petroleo, papiro, especias, venenos, Especia.
Idioma principal: Sigio, alino

Aunque el Desierto de las Dunas es un lugar seco y abrasadoramente mortal, cambia por completo en las tierras bañadas por el río Sigis y al sur de los Dos Reinos. El norte de Sigia es un riguroso desierto donde escasean los oasis y abundan los peligros de muerte pero el sur, que es conocido como la Tierra de las Cataratas, está cubierto de interminables sabanas donde los sigios impusieron su ley sobre los pueblos negros Yu.

Sigia se encuentra gobernada por los Faraones (que en ocasiones son meros títeres) y a la vez por el Tercer Califa (lo mismo). Esto sucede porque en el siglo VII d.C. estas tierras fueron conquistadas por los alinos. Inicialmente los nuevos amos guerreros intentaron imponer el Destino como religión y perseguir las viejas costumbres, pero poco después de la ambiciosa fundación del Tercer Califato en el año 620 d.S. (que para los alinos era el 1230) la gran distancia entre Mirra y Anhk se fue imponiendo y la cultura sigia acabó por tragarse a los invasores, aunque muchos sigios y sus esclavos Yu empezaron a adorar al Destino, al que ellos llaman Istus. El resultado fue una cultura muy diferente a la alina e igualmente distinta a la antigua Sigia. El Tercer Califato iba a rivalizar con el de Libah y el de Mirra. Desde aquella las relaciones políticas entre Sigia y Ala’i se volvieron más bien tensas, aunque eso no entorpeció en modo alguno los abundantes intercambios comerciales de los hombres del desierto con el País del Sigis. 

Según dice la leyenda los faraones son descendientes directos de los moradores de Akgard. Dicho mito cuenta que en los tiempos ignotos de las guerras entre gardios y antiguos, los supervivientes navegaron hasta las costas de Ankay y fundaron el reino Sigio, donde acabaron por venerar a los muertos y a un panteón de dioses oscuros.

Para entender las tierras de Sigia hay que explicar algunas cosas sobre cómo ven el mundo. Las creencias de los sigios se resumen en una palabra: maat, u orden divino, según el cual todo nace y muere una y otra vez. Es decir, ellos ven la vida como un estado que lleva a la muerte y la muerte como un estado que lleva a la vida; de la misma forma que el Sol sale y se pone todos los días. Se podría decir que su visión del universo es eternamente doble: hay vida y muerte, día y noche, mar y tierra, hombres y mujeres, etc. Casi todos los dioses sigios se dividen en los masculinos, que son deidades de la noche y la muerte, y los femeninos, del día y la vida. Sólo existen tres dioses que no entran en esa categoría, dos son dioses mixtos (son ambas cosas), llamados Hu (que es la Luna) y Kakra (por Seluna) . El otro es Heka, que no tiene género y se puede traducir como el que trae la magia (es un escarabajo, mensajero de los dioses). Los dos dioses más poderosos son Isis (Diosa de la Vida) y Osiris (Dios de la Muerte), que cuando están juntos reciben el nombre de Ra; aunque el panteón es muy grande: Nut (diosa del Cielo), Geb (dios de la Tierra), Ator (Diosa del Amor y de los Peces), Horus (Dios de la Guerra y de las Aves), Satis (Diosa del Bien y del Agua) y Seth (Dios del Mal y del Desierto). Es fácil entender que para ellos los números impares dan mala suerte. Como el Panteón sigio da tanta importancia a los muertos como a los vivos, se les conoce como Dioses Muertos.

Sigia se denomina "Los Dos Reinos" pues tiene dos faraones, un hombre y una mujer. Tradicionalmente cuando uno de los dos faraones fallece, el otro se suicida. La sucesión suele ser hereditaria aunque la política sigia es muy compleja (no es raro que el Tercer Califa se entrometa) y podría decirse que en el siglo XI d.S. reina la Dinastía VI, llamada Ra'n'Akiiki. El incesto está perfectamente admitido en la Familia Real, si bien no es infrecuente que al subir al trono los faraones asesinen -con todos los honores- a todos los hermanos y hermanas en la línea de sucesión más cercana.

Todas las deidades masculinas tienen sacerdotes masculinos al igual que todas las deidades femeninas tienen sacerdotisas femeninas. En el caso de magos y hechiceros (que se consideras adoradores de Heka) se encuentran ambos sexos. La magia arcana es infrecuente en la vida cotidiana de las ciudades y campos sigios (aunque medallones de protección y anillos son bastante más comunes) pero no existe el menor tabú social sobre los pocos que la practican, más bien son vistos como privilegiados de los dioses. La magia sagrada es igualmente poco frecuente pero no existe ningún noble que no tenga una sacedotisa de Isis a su servicio.

Sobra decir que tras la invasión de los alinos, la religión tradicional apenas sufrió algún cambio salvo que muchos sigios también creen en Istus (nadie lo llama Destino en Sigia). Para encajarlo en sus creencias, hablan de Istus como si fuese una especie de Heka, sin ser masculino o femenino.

Para complicar aún más las cosas, existe también un culto único a Istus, extendido en su mayor parte sobre los descendientes alinos de las estirpes conquistadoras. No existe ninguna ciudad en toda Sigia sin una mezquita o donde no se llame a la oración cinco veces al día. Ambos mundos -el maat y el Destino- han encontrado un precario equilibro de convicencia donde no es infrecuente que surjan problemas. Las disputas internas están a la orden del día. No sólo se ha gestado un enfrentamiento constante entre los adoradores de los Dioses Muertos (como se conoce al Panteón) y los fieles al Destino, también hay luchas intestinas que enfrentan a las familias nobles sigias, envidias y graves represalias contra los ladrones de tumbas y los liberadores de esclavos. En estas tierras tanto elfos como enanos se ven muy raras veces, y la mayor parte de las gentes los tiene como un mito. Además de eso está la fuerte intolerancia con las religiones tribales que los esclavos yu han traído consigo de los reinos negros del sur. La religión sigia exige a veces sacrificios indescriptibles a sus Dioses Muertos y esa es una de las fuentes de fricción constante con los adoradores del Destino.

Como se ha mencionado, la esclavitud es algo totalmente normal en Sigia. Un dueño de esclavos puede disponer de ellos como le parezca con derecho absoluto sobre la vida y la muerte. Para los alinos, sin embargo, es de mal gusto matar a tus propios esclavos.

Los sigios, una raza de tez relativamente clara y ojos oscuros, contrastan mucho con alinos o Yu.

Los hombres y mujeres en la sociedad sigia son vistos de forma más o menos pareja.

En cuanto a la política más reciente, en los últimos años parece ser que el Tercer Califa Awluk ibn Sha ha perdido algo de fuerza respecto a los Faraones. Quizás esto se deba a las maniobras políticas de la faraona Acenath. Incluso se rumorea que Awluk es amante de Tutham’ra IV. Aparte de eso, en Ala'i el Califato de Nystul se ha hecho muy fuerte y los algunos movimientos de los emires lamares empezaron a amenazar los intereses sigios, en especial atacando las rutas marinas rumbo norte en el Mar de las Medusas. Todo esto llevó a que, en el año 1091 d.S., el Califa Awluk decidiese hacer una incursión de castigo y saqueo sobre la ciudad de Nioveh. La campaña se extendió algo más de lo esperado y terminó siendo un asedio de un año, la toma de la ciudad (lo único que se respetó fue el Alto Templo de Istus y el barrio tresio) y una batalla con el ejército alino del Malik Wasim al Abdalrahman, enviado por el propio Califa Nystul (esto sucedió en verano del año 1093 DS). De modo que la situación en el año 1093 d.S. es bastante tensa.

Las riquezas de este reino son muchas, empezando el río, con sus crecidas y sequías estacionales, es una fuente constante de frutos, se da en él una agricultura rica y fértil. El papiro, el grano y la fruta son los resultados. Son también importantes las minas de gemas de las Montañas de la Luna, al oeste.  Además, en el desértico norte existen grandes pozos de betún, bien explotados por los sigios y alinos, además de la abundante caza y maderas nobles en la sabana sureña. La pesca es muy abundante en el Mar Blanco y fácil de transportar por el río Sigis, de modo que la Octava Alcaçaba (O Thmany, como le llaman para acortar) aparte de ser un importante bastión militar, es un punto clave en la economía de los Dos Reinos. También al oeste hay un mercado de Especia que proviene de las Montañas de la Luna, muy exclusivo. Existe una pequeña comunidad tresia en Sigia que monopoliza el mercado lejano marítimo. La mayor de estas comunidades está situada en Enetria que es una gran urbe portuaria que no sólo comercia con Draak sino también con los Reinos Negros que se encuentran al sur, las Islas de la Hechicería al este e incluso ocasionalmente con Akgard. Esta ciudad es la única de los Dos Reinos donde existe una Bóveda élfica.

Es costumbre del país que los templos y tumbas tengan una magnificencia espectacular, y tampoco es extraño que, en algunas ocasiones, la ira de la mayoría esclava se centre en dichos templos.

En Sigia se pueden encontrar caballos alinos y camellos pero algunas raras veces se pueden ver caminantes de la arena o thua'ti, que son unos lagartos gigantes que fueron domesticados hace tiempo y cuya ventaja principal es que pueden desplazarse mucho más rápido por terrenos abruptos y secos, aunque no son capaces de aguantar sin beber tanto como un camello. Un thua'thi vale como diez caballos.

La moneda de Sigia es el dinar, que equivale a una monera de oro -o corona- de Akenar. La moneda de plata se llama dirham y es la más común. Las monedas pequeñas de cobre se llaman qah. El platino apenas se ve en los Dos Reinos y es poco frecuente que los mercaderes lo acepten.

En Sigia se hablan tres idiomas que son sigio, alino y yu, siendo el primero de estos el más extendido. En los puertos y en la capital no es extraño encontrar personas que hablen común, si son comerciantes o viajeros. También se puede encontrar un poco de ilko en su dialecto tresio. La mayor parte de la documentación escrita está en alino, que está considerado el idioma culto de los tratados. El sigio se escribe en jeroglífico de modo que se usa para templos, sellos de los faraones y tumbas. El yu, cuya forma escrita es lineal, apenas se usa en pergamino pues la gran mayoría de los esclavos no sabe leer. Los pocos documentos que se pueden encontrar están en arcilla o en las paredes de algún templo de los dioses y espíritus yu como pueden ser Amma, Cagn, Eshu, Katonda, Kibuka, Leza, Mujaji (la diosa de la lluvia), Nyame, Ogun (espíritu del hierro y la guerra) u Olorum.

El ejército de Sigia está compuesto, principalmente, por temidos jinetes alinos y arqueros sigios que, en muchas ocasiones, actúan como guarniciones en las fortalezas. También es habitual la infantería de lanceros. Las ciudades de Sigia suelen estar amuralladas y, en el oeste, las fortalezas en las montañas son inexpugnables. La arquitectura sigia ha alcanzado un grado de perfección muy superior al alino, por lo que sus plazas fuertes suelen estar bien construidas y ser muy difíciles de atacar. Los armeros sigios también se distinguen por su maestría en las armas, mucho más letales probablemente por la escasa calidad de las armaduras sureñas. En ocasiones cazan con armas arrojadizas, como jabalinas o boomerangs. No es infrecuente encontrar nobles que llevan armas del llamado acero gardio.


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