martes, 12 de enero de 2016

Background Chema & Emilio

Carta de Giles Wolpe a su Majestad, la Reina Nanya de Akenar.
2 de Enero del año 1090 DS.

Su majestad, le escribo no solo como Consejero Real y Mago de la Corte sino también como amigo para que interceda en favor de un hombre llamado Travis Darnand. Su historia no es fácil de resumir en dos líneas y para comprenderla en su totalidad hemos de remontarnos a tiempos anteriores a la caída del Imperio. Por aquel entonces el bisabuelo de Travis no llevaba ese apellido, era un simple posadero llamado Ygrel de Vascón que tenía un negocio de poca monta en la ciudad arcana de Crucis. El mesón se llamaba el Puente Viejo. Como su majestad sabrá, por supuesto, hubo un gran incencio en la ciudad en el año 1026 DS que arrasó gran parte del barrio bajo de San Denys, desde la segunda muralla hasta el Portón del Mediodía. El mesón del Puente Viejo fue una de las pocas casas que no fueron afectadas por la deflagración y esto supuso una importante ventaja económica para Ygrel, que medró con rapidez aunque jamás se libró de la infundada fama de sospechoso de practicar la piromancia y otras artes oscuras. En sus largos años de vida el posadero amplió la posada, compró almacenes y algún solar, dos cocheras, tres corrales y numerosos derechos de paso y alcantarilla. En poco tiempo el negocio prosperó y aparte del mesón la familia Vascón -pues contaban con varios hermanos y cuñados- empezó a dedicarse al transporte, la mercadería, a los mensajes y, tras las revueltas ocasionadas por la caída del Imperio, al no poco oneroso negocio del cambismo y pŕestamo, pues muchos tresios perdieron la vida en esos tiempos y pocos quedaban para realizar tales guisas. En resumen, los Vascón se hicieron ricos y el ya viejo Ygrel llegó a ocuar un asiento en el Consejo de la Ciudad y a ser Maestro del Gremio de Mercaderes, lo cual como sabéis no es asunto baladí. Su hijo Levrén se unió en matrimonio a la joven Lady Anere Darnand, una joven de baja nobleza que para ser francos vendió el apellido familiar por el oro de los Vascón, que enterraron su viejo nombre con gran disimulo y alivio. Levrén Darnand, como se le conoció desde entonces, tuvo que pasarse la vida ganando fortunas gracias a la buena posición en la que su padre le había dejado y, a su vez, Lady Anere las dilapidó una tras otra. A pesar de esto, la familia burguesa se mantuvo en una buena posición y Raimundo, el segundo hijo de ambos -pues el primogénito nació tonto y nada pudo hacerse- tuvo una buena herencia y se casó bien en su momento. Tuve el placer de conocerlo hace años pues yo les compraba metales raros de Kernia, y puedo decir que a pesar de su apariencia escueta y silencia, era un buen hombre. Estaba un poco agriado su carácter porque siempre quiso tener hijas y su mujer Armila no hacía más que traer al mundo niños. Al tercero pareció que la paciencia de Raimundo se acabaría pero siguieron intentándolo y vino un cuarto niño, un quinto y luego un sexto. Conocían las leyendas, por supuesto, pero aún así intentaron tener una hija pero quiso la desgracia y el destino que el séptimo fuese, también, un niño. Todo el barrio estaba al tanto de lo sucedido y aquella misma noche la familia Darnand recibió una visita de la Inquisición, para ser más concretos del mismísimo Alcedo de Tarés. El recién nacido fue detenido y arrojado al río al día siguiente de nacer para pasar la estúpidamente famosa prueba del agua, por si era brujo y flotaba. He de añadir, si se me permite, que dicha prueba me parece algo ilógico y vil pues aquel que no es brujo se ahoga. A pesar de esto, el niño sobrevivió pues aunque se fue al fondo del río (pasando la prueba) uno de sus hermanos se lanzó a rescatarle y lo hizo, pero murió por el frío de las aguas del río Tovar. Este, y no otro, fue el comienzo de las desdichas de esa familia que el mismo día enterró a un hermano y bautizó a otro bajo el nombre de Travis que es, como su Majestad puede imaginar, el sujeto de nuestro interés. En los años que siguieron a los sucesos alrededor del nacimiento del séptimo hijo la familia Darnand fue perdiendo a todos sus miembros en circunstancias poco claras: la madre Armila murió atacada por un oso en un mercado mientras llevaba al pequeño Travis con ella; dos hermanos del niño perecieron en su compañía mientras peregrinaban al cercano monasterio de Capelades, atacados por bandidos; el Conde llevó al niño a su presencia para que los inquisidores lo examinasen y en el curso de aquella tarde resbaló fatalmente y murió defenestrado; al año siguiente, también en presencia del niño, otro hermano murió en un incendo en los establos. La leyenda de Travis cobró proporciones inconcebibles cuando en un banquete del Gremio su penúltimo hermano vivo murió atragantado por un hueso de jabalí y tal suceso y la pérdida del juicio de Raimundo colmaron la paciencia del inquisidor real Alcedo de Tarés, que llevaba años buscando pruebas y excusas para quemar al chico, y mandó apresarle y encadenarle. Pasó tres años encerrado mientras el Papa Octavus respondía a las peticiones de ejecución del chico -no existían pruebas de su brujería- y en ese tiempo dos guardias de la torre se suicidaron y otro murió de apoplejía. El Papa solicitó la presencia del brujo en Atolón, donde sería juzgado y seguramente quemado. Sobra decir que el barco en el que viajaba se hundió, pero el joven Travis salvó la vida de forma inexplicable, así como el propio inquisidor Alcedo, que no pudo encontrar conexión alguna entre los avatares del clima y el presunto brujo. Llegados a Atolón el propio Papa sufrió un accidente que le dejó tullido de por vida, y mientras se recuperaba pasaron dos años en los que el ya no tan joven Travis apenas vio el sol, encerrado en una oscura mazmorra de la fortaleza sillenita. Pero, si uno cuenta a los hermanos muertos, verá que son cinco. Existía un hermano vivo, el primogénito, de nombre Beomir, que había pasado toda su vida en almacenes, entre pergaminos de cuentas y cargamentos de lana de la Sierra de Calderona, donde la familia hacía negocio de forma habitual. La fama de su familia y, sobre todo, de su hermano, le habían tenido siempre en la sombra. Tras todos los eventos relatados decidió vender lo que aún quedaba de la mermada fortuna familiar salvo dos mulas y se aprestó a viajar a la ciudad de Akenar. Aquí, de forma anónima, se alistó en el grupo de mercenarios conocido como la Compañía Negra y durante tres años aprendió el oficio del hombre de armas en muchos y peligrosos momentos. Cuando se supo capaz, vino a visitarme. Me contó esta historia y añadió numerosos detalles que demostraban la total inocencia de su hermano Travis en todos y cada uno de los desgraciados incidentes. Yo tuve a bien escucharle pero, por desgracia, me encontraba terriblemente atareado en aquel momento de forma que le despaché con frases largas y luego me olvidé del asunto. Es decir, que no le ayudé. De esto hace meses. No recordé hasta hoy la historia del mencionado Travis Darnand, me vino a la mente de forma inmediata cuando escuché las noticias de Atolón en las que se menciona que la Torre del Grifo ardió hasta los cimientos. Me suena que era allí donde tenían prisionero a este vasallo de su Majestad, esperando un juicio. Quizás en vuestra correspondencia con el Papa tendríais a bien añadir una petición de clemencia, si es que el chico ha sobrevivido. Eso dejaría mi conciencia tranquila.

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