El culto a los Trece, también conocidos como los “Viejos Paganos”, tiene diferencias enormes con los adoradores de Gah. Para empezar son politeístas, de manera que creer en Pelor significa también creer en Talos, Dios de las ciudades o Erah, Diosa de las mujeres. También significa creer en Gah, pues para los Trece la existencia de otros dioses no representa ninguna contradicción.
Sin embargo en teoría para los sillenitas, los Dioses Paganos son creencias ancestrales sobre dioses que en realidad no existen, o no tienen poder realmente, y cuyos clérigos en realidad obtienen la magia de forma animista (es decir, de espíritus y la tierra) y no de forma sagrada. Digo en teoría porque la mayor parte de la población sillenita en realidad sí cree que existen otros dioses, sólo que el suyo es el más poderoso.
Luego si bien la Iglesia Sillenita (conocida como la Iglesia, a secas) tiene un Papa que vive en Atolón (eso es más o menos nuevo, en tiempos del Imperio de Akenar el Pontífice era siempre el Emperador, pero eso cambió hace algo más de medio siglo), el culto a Pelor no tiene nada de eso. No se trata de una organización de ningún tipo y sólo hay una “estructuras” pelorianas relevante: el Templo. Es un lugar de culto donde los pelorianos del lugar deciden reunirse todos los sabbat para asegurarse de que todos están bien y ayudarse entre ellos. No es obligatorio acudir, por supuesto. También se aprovecha para rezar, aunque los pelorianos no tienen “misas” ni un concepto similar. La oración suele ser personal o como mucho recitando unos salmos de “La Luz de Pelor”, que es como se llama el libro sagrado (anónimo) con las enseñanzas de Pelor, escrito hace más de cuatro milenios. Normalmente los más devotos de entre los pelorianos se hacen clérigos y viven de las donaciones al Templo. Todo el dinero que sobra de las donaciones se suele usar para fines benéficos, dentro de un margen razonable. Algunos Templos poseen propiedades y derechos feudales, y normalmente usan sus ganancias para el bien común, por lo que generalmente la presencia de un Templo de Pelor en un sitio suele ser algo considerado como bueno. En Akenar, por ejemplo, la mitad del portazgo de la Puerta Atria va destinado a las arcas del Templo de Pelor desde tiempos del Rey elfo San Dionis, por la inmensa ayuda peloriana prestada durante la Peste del Norte en el año 570 dS. Por tanto el Templo de Pelor en Akenar goza de buena salud económica y por eso ayuda a huérfanos, da comida a pobres, ayuda a pescadores en el lago cuando pierden una embarcación y tiene un hospital para enfermos, todo gratis. Es más, a la hora de comer y de cenar, reparte sopa y pan a quien se acerque.
Aquellos guerreros, como Diana, que sienten la llamada de Pelor, normalmente prestan servicio a los templos como hombres o mujeres de armas. Draak es un continente muy violento y nunca sobra gente que ayude. Sin embargo de entre esos, en muy raras ocasiones, el buen dios elige a algunos para servirle de forma especial, y esos son los paladines, que tienen poder. Cuando surge un paladín de Pelor es algo muy celebrado en un Templo, pues significa que Pelor ha dado un poquito de su inmenso poder para ayudar a los humanos a hacer el Bien. Es poco frecuente que un paladín se quede en un Templo sin más, pues son muy escasos y se suele pensar que ayudan más viajando por el mundo y solucionando entuertos ahí donde van. Los paladines de Pelor son muy respetados en Akenar y en casi todas las tierras de Draak. No se parecen mucho a un paladín sillenita, que al ser un seguidor de un dios de la Ley están más vinculados al sentido del honor y la justicia. Un paladín de Pelor normalmente no se preocupa de todo eso sino del bien mayor sin olvidar las pequeñas bondades diarias, que pueden no salvar el mundo pero para ellos son tan necesarias como las grandes épicas.
Siguiendo con los templos, los clérigos de uno suelen elegir a un portavoz para lidiar con los nobles locales y ser portavoz. No es “el que manda”, pues los términos pelorianos siempre están lejos de ser una cadena de mando. Es simplemente la cabeza visible del templo. A veces se le llama Principal, Primer Clérigo o Sumo Sacerdote, aunque esa última denominación suele ser la que le dan los sillenitas que no saben que los pelorianos no tienen sacerdotes y sin llegar a ser despectiva, se le acerca un poco.
Hay algunos templos especiales que son llamados Santuarios o Lugares Sagrados porque hubo noticia de que algún evento relacionado con el dios tuvo lugar en ese sitio concreto. Hay muy pocos y Akenar no es uno de ellos. También hay Reliquias, que normalmente son objetos sagrados de cierta importancia (aunque no se veneran). Por ejemplo el Templo de Akenar tenía la famosa Estatuilla Blanca robada hace siglos y llevada a Ravenloft.
Las reuniones de pelorianos de los sabat se suelen llamar Círculos, por eso los templos de Pelor suelen tener planta circular con asientos y un pequeño altar en el medio, así todos se sientan alrededor. Otros piensan que es por la forma del sol, pero en realidad es por eso.
En el Templo de Pelor de Akenar conoces a todos, o al menos antes de irte. Los más relevantes son:
(si no especifico que puede lanzar conjuros es que no tiene poder)
Padre Trimas, el Primer Clérigo del Templo, un viejo arcano de muy buen humor y corazón infinito.
Madre o Hermana Lara, clériga arcana de mediana edad, encargada de los archivos del Templo, que son bastante amplios. Puede lanzar conjuros. Seguramente la más poderosa. Lo de Madre o Hermana depende de si el que le habla es más viejo que ella. Si no lo es, Madre. Si lo es, Hermana. Lo mismo con los hombres.
Maese Pintus, ilko. Clérigo, herborista y cocinero. Puede lanzar conjuros.
Hermana Sofya, gnoling. Clériga, administradora del Templo y Ama de Llaves. Puede lanzar conjuros.
Hermano Dael, clérigo, tuvo una vida turbia, vive arrepentido.
Mascanueces, un viejo enano que hace reparaciones en el templo y se encarga del Ritual de Muertos (los pelorianos los queman con madera, muchas veces en uno de los patios interiores del Templo).